El dentista espía

Con una simple exploración rutinaria, los dentistas son capaces de obtener diversa información sobre la calidad de vida de sus pacientes. Son auténticos detectives de nuestro día a día. Las piezas dentales ofrecen muchos más datos de lo que pensamos. 

El estrés: es el trastorno por excelencia de la época que nos ha tocado vivir. Causa daños irreversibles en el esmalte de los dientes. Las personas que viven su rutina diaria con altos niveles de estrés son propensas a padecer bruxismo. Se trata de un hábito involuntario y constante, que aparece durante las horas de sueño, y que consiste en apretar y/o rechinar los dientes. Un dentista es capaz de detectar esta situación prácticamente en cuanto el paciente se sienta en el sillón y analiza el aspecto de su dentadura. 

Morderse las uñas: las personas que tienen esta mala costumbre también sufren daños en sus piezas dentales. Desgasta, principalmente, los incisivos. Efecto parecido tenemos al comer pipas o mordisquear bolígrafos. 

Tabaquismo: es cuestión de segundos. No se tarda más en detectar a un fumador. A nivel visual, los componentes del tabaco dejan unas peculiares manchas marrones o amarillentas en los dientes. El aliento de un fumador también resulta claramente identificable. Se debe, sobre todo, a que el tabaco disminuye el flujo de saliva.

Trastornos alimenticios: especialmente, puede sospecharse la bulimia. Esto se debe a que los ácidos que se expulsan al vomitar son muy corrosivos y erosionan el esmalte. Dicha erosión se percibe, sobre todo, en la cara trasera de los dientes, que es la que más contacta con los ácidos del vómito. 

Falta de cepillado dental: la falta de higiene es otra de las situaciones fáciles de adivinar por un dentista. Un cepillado insuficiente causa varios síntomas: acumulación de sarro, sangrado de encías, caries o caída de piezas. Con echar un vistazo rápido a nuestra boca, el especialista ya sabe cuáles pueden ser nuestros hábitos de cuidado.

Consumo de medicamentos: el caso más claro es el de las tetraciclinas. Causan tinciones severas y de por vida en los dientes. No se pueden eliminar ni con limpiezas bucodentales ni blanqueamientos. La única solución son las carillas dentales. 

-La edad: el dentista puede conocer la edad de un niñ@ al tener identificado el recambio dentario. Con una radiografía panorámica también se puede observar el grado de maduración de la corona y la raíz, lo que ofrece información a la hora de calcular la edad. 

Con todo lo citado anteriormente, queda demostrado que el odontólogo se convierte en un auténtico espía y puede sacar mucha información de nuestras costumbres y hábitos sólo con hacer una exploración bucodental. 

ALAIA, avanzamos en el cuidado de la salud oral.