El esmalte dental es uno de los materiales más duros y resistentes del cuerpo. Pero eso no impide que pueda agrietarse o incluso romperse, dando lugar a fisuras o fracturas. Además, es un material “inerte”, que no contiene ningún tejido vivo en su interior, por lo que no tiene capacidad para regenerarse y debe ser tratado en función del origen del problema.
No es lo mismo una fisura que una fractura. En el primer caso, el diente se agrieta, pero no se desprende ninguna parte del mismo o su estructura. En la fractura, además de fisura, hay separación de fragmentos y la pieza puede, finalmente, partirse. En ambos casos, la pulpa dental puede resultar dañada por lo que, si no se pone remedio, el diente puede terminar seriamente perjudicado o incluso puede llegar a caerse.
Hay varias circunstancias que pueden originar la fractura dental:
-por un golpe o al morder un alimento duro de manera inesperada.
-un traumatismo reiterado: por ejemplo, cuando se rechinan o aprietan los dientes de forma habitual, es decir, el bruxismo.
-cuando no se ha tratado una caries, ya que el diente se debilita.
-debido a la pérdida de superficie del diente cervical (la parte que supone la unión entre la corona y la raíz).
-la forma de la mordida u oclusión dental: cómo encajan los dientes superiores e inferiores al morder.
-cambios en la temperatura: consumir alimentos o bebidas extremadamente frías, seguidos de alimentos muy calientes, puede hacer que el esmalte se expanda y contraiga, lo que podría provocar fracturas.
En cuanto al tratamiento, vendrá determinado por la posición y extensión de la fisura, lo que señalará si se puede salvar alguna parte del diente.
Si la fractura afecta solamente a la corona, se puede llevar a cabo una reconstrucción. Sin embargo, si se extiende por debajo de la línea de la encía, puede ser más difícil de restaurar y podría acabar en una extracción. Aun así, a veces es posible retirar el fragmento y realizar un alargamiento coronal y reconstruir la pieza. Cuando la fractura afecta a la punta de la raíz, el tratamiento puede ser conservador, vigilando su evolución y pudiendo realizar un tratamiento de conductos si existe dolor. Si llegamos al punto en el que la fractura afecta a la pulpa, pero se mantiene la estructura dental y no se extiende de forma profunda, se podría tratar con una endodoncia y una reconstrucción.
Para prevenir esta situación:
-si realizas deporte de contacto, recomendamos el uso de protectores bucales.
-si padeces bruxismo, es recomendable usar una férula para minimizar riesgos.
-se debe evitar morder cosas duras, incluso es perjudicial morderse las uñas.
Además, es fundamental buscar atención dental inmediata si hay una fractura, para que se pueda evaluar la lesión y se recomiende el tratamiento adecuado. Esta atención inmediata puede ayudar a prevenir complicaciones.
Odontología conservadora y reparadora.