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La encía es el tejido conectivo fibroso que está alrededor de los dientes y cubre el hueso alveolar. Su función principal es soportar y mantener los dientes en su sitio. 

Una encía sana es rosada, punteada, dura y tiene una sensibilidad limitada al dolor, la temperatura y la presión. Los cambios en el color, la pérdida de punteado o la sensibilidad anormal son signos tempranos de inflamación o sangrado de las encías. Mantener unos buenos hábitos de higiene oral, puede ayudar a prevenir la enfermedad y la posible pérdida de piezas dentales. 

Hay dos patologías a tener en cuenta, que dependen de su gravedad: la gingivitis y la periodontitis. La primera es un estadio reversible de la enfermedad. La segunda no lo es y, por eso, es importante acudir a un odontólogo que diagnosticará y pautará un tratamiento que logre evitar el avance y la pérdida adicional del hueso o de alguna pieza. 

Las encías son esenciales en la salud dental. Absorben la presión generada durante la masticación. Si no fuera así, dicha presión recaería de forma directa sobre los huesos, ocasionándoles daños a largo plazo. Contienen una red de pequeños vasos sanguíneos que suministran sangre y nutrientes a los dientes y los huesos maxilares. Esto ayuda a mantener la salud de todo el sistema maxilofacial y promueve su crecimiento y desarrollo. Además, ayudan a proteger contra la caries dental al formar una barrera entre los dientes y las bacterias. Cuando las encías se inflaman o se infectan, esta barrera protectora se debilita, lo que puede aumentar el riesgo de patologías orales. Otra de sus funciones es mejorar la estética y la apariencia de la sonrisa. Al dibujar sutilmente el contorno de la corona de cada elemento dental, las encías dan un aspecto armónico a la dentadura. 

Para su cuidado, podemos optar por un cepillo cuyas cerdas sean suaves, para que no haya inflamación o irritación. No hay que ejercer demasiada presión, sino ir haciendo movimientos de barrido desde la zona gingival hasta el final de la pieza dental. Siguiendo esta técnica lograrás eliminar las bacterias que se depositan en esa zona. Ten en cuenta que entre cada pieza es posible encontrarnos un pequeño hueco, llamado espacio interdental. El acceso a dicha zona resulta complicado para el cepillo de dientes convencional, por lo que será recomendable utilizar otro tipo de elementos de higiene que retiren los restos de alimentos: seda dental, cepillos interproximales, colutorios o irrigador bucal.

Es importante también saber que, si el paciente tiene factores de riesgo que aumentan las posibilidades de contraer periodontitis, como la boca seca, el consumo de determinados medicamentos o el tabaquismo, será necesaria una limpieza profesional con mayor frecuencia. 

Si notas algún síntoma extraño, como sangrado, dolor o rojeces, es posible que estés desarrollando algún problema periodontal. Acude a tu especialista.

Unas encías sanas están perfectamente ajustadas alrededor de los dientes, tienen un color rosado, son firmes y no sangran. Cuando esto no es así y el tejido gingival comienza a sangrar tenemos una primera señal de alerta que indicará la existencia de una inflamación en esa parte de la cavidad oral.

Lo que se denomina gingivitis es una etapa temprana de la enfermedad periodontal y, detectada a tiempo, es reversible. En la mayoría de las ocasiones, es debida a la presencia de placa bacteriana que se acumula alrededor de los dientes y que no ha sido eliminada correctamente con el cepillado dental. Además, existe una fuerte relación entre la patología periodontal y determinadas enfermedades sistémicas como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y las respiratorias. Si la gingivitis no se detecta y no se pone freno a tiempo es cuando ésta podría desembocar en una periodontitis, donde encías, hueso y ligamento se ven afectados. La gingivitis y el posible sangrado de encías también puede ser debido a un virus, un hongo o una lesión.

Por otro lado, durante el embarazo puede darse el sangrado de encías. Sobre todo, durante el segundo y tercer trimestre, ya que se dan una serie de cambios hormonales que provocan que algunas mujeres desarrollen la conocida como “gingivitis estacional”. 

Algunos medicamentos, especialmente anticoagulantes, también pueden provocar que las encías sangren con mayor facilidad. En caso de que ocurra, se recomienda consultar con el médico para comprobar que la medicación y dosis sean las adecuadas. 

Otro de los motivos es un déficit de vitaminas. Siempre es aconsejable seguir una dieta equilibrada que incluya alimentos ricos en vitamina C. Nos ayudarán en el caso de padecer problemas en las encías.

Otras causas de encías sangrantes son: tener mal ajustada la prótesis o la ortodoncia, cambios hormonales, que haya una infección, fumar habitualmente o factores genéticos, entre otros. 

Cuando se da esta situación es importante reforzar la higiene bucal diaria con productos específicos y un cepillo de cerdas suaves o de dureza media. Y, antes de nada, hay que buscar el origen del problema. Aquí es donde juega un papel primordial tu dentista, que realizará el diagnóstico y te marcará una pauta de actuación. 

Pon tu sonrisa en buenas manos.