Ante cualquier lesión en la cavidad oral, se debe explorar la misma para detectar la presencia de posibles agentes irritantes que pueden ser el origen de dicha lesión. Una vez eliminados éstos, si la situación persiste, será necesario realizar una biopsia. 

La biopsia oral es el procedimiento fundamental para confirmar un diagnóstico de enfermedad en la mucosa oral y así hacer una correcta planificación del tratamiento. Es de gran utilidad en el diagnóstico del cáncer oral. El 90 por ciento bajo el tipo de carcinoma epidermoide. 

La biopsia consiste en la obtención de una muestra de tejido de una parte de la mucosa oral con el objetivo de analizarlo en un laboratorio y obtener así un diagnóstico definitivo de la lesión. 

Se pueden recoger muestras tanto en la cavidad oral como ganglios linfáticos de la mucosa, labios y glándulas salivales. Es una técnica quirúrgica indolora y sencilla. El estudio que se realiza en el laboratorio ayuda a complementar los datos clínicos recogidos en el historial del paciente y así poder llegar a un diagnóstico certero y más preciso. 

Una biopsia oral no sirve únicamente para detectar un posible proceso cancerígeno. También podemos diagnosticar otras enfermedades como el liquen plano, fibromas, lesiones reactivas, quistes o lesiones en los huesos maxilares.

Hay que tener en cuenta que, a menudo, el dentista es el primer clínico que llega a observar cambios en los tejidos de la mucosa oral y puede llegar a hacer un diagnóstico precoz. Esto es clave para prevenir las consecuencias más graves y mejorar el grado de cura. Desgraciadamente, la mayor parte de los casos de cáncer oral se diagnostican demasiado tarde, en estadios avanzados. De ahí, la importancia de las revisiones periódicas. No olvides vigilar tu boca, parte fundamental para lograr una buena salud general. 

Confía en nuestro equipo de profesionales.

Ya sabemos que una sonrisa perfecta es la mejor carta de presentación. Por eso, muchas personas se marcan como objetivo tener los dientes blancos y relucientes. 

Nuestros grandes aliados son el cepillo y la seda dental, aunque hay otras herramientas complementarias, por ejemplo, el irrigador dental, que ha comenzado a ser tendencia durante los últimos años. 

Este aparato es el complemento perfecto del cepillado, aunque debemos tener claro que no es un sustituto. Con el irrigador lanzamos a la encía un chorro de agua o colutorio a presión con lo que eliminamos restos de comida y placa bacteriana acumulada, accediendo a zonas que con el cepillo no se logra.

Los irrigadores suelen tener diferentes boquillas para distintos tipos de trabajo y presión, con lo cual podrás elegir el que más se ajuste a tus necesidades. Los expertos recomiendan usarlo uno o dos minutos al día. El mercado cuenta con diferentes modelos, aunque su funcionamiento es similar. El irrigador cuenta con un depósito en el que se incorpora el agua, una bomba que efectúa la presión y una boquilla mediante la cual sale el chorro a presión, que también se puede regular. 

Lo recomendable es empezar con un nivel bajo de presión e ir aumentando de forma progresiva. Un profesional te podrá indicar la mejor manera de hacerlo para evitar lesiones en la encía o mucosa. 

Este aparato no necesita instalaciones, no ocupa un gran espacio y requiere un mantenimiento básico. Es fácil de usar por cualquier persona y a cualquier edad. Incluso puede ayudar a crear un hábito de mantenimiento de la higiene dental en los más pequeños, ya que es una forma divertida de hacerlo. 

¿Qué logramos con el irrigador dental?

-reducir la placa bacteriana para evitar la caries y el sarro.

-masajear suavemente las encías logra que se reduzca la inflamación y sangrado.

-con ortodoncia o implantes, permite una limpieza mucho más completa.

-mejora la limpieza de las bolsas periodontales (el espacio entre la encía y el diente donde se acumulan bacterias).

-elimina el mal aliento.

-ayuda con la sensibilidad.

No obstante, si padeces algún problema dental, es recomendable consultar antes con tu odontólogo para asegurar que el uso del irrigador será beneficioso para ti.

Mantener la salud bucodental es la mejor manera de prevenir enfermedades y con pequeñas acciones diarias podemos lograrlo. 

Luce una sonrisa bonita y sana.

Denominamos diastema al espacio que separa dos dientes contiguos o adyacentes. Se puede originar cuando hay un exceso de espacio en el maxilar o por un frenillo labial superior demasiado grande o desarrollado. Son más comunes entre los incisivos centrales superiores y en la etapa infantil. Suele desaparecer de forma natural a medida que avanza el recambio dental y la correcta posición de la dentadura. Pero si esto no ocurre y se convierte en permanente, sólo puede cerrarse mediante ortodoncia o con carillas dentales. 

Hay que recalcar que los diastemas no generan ninguna complicación en la salud dental, aunque sí pueden provocar dificultad para pronunciar ciertos fonemas. A pesar de que últimamente se han puesto de moda, como norma general es aconsejable cerrarlos y, sobre todo, nunca crearlos de manera artificial. Esta práctica conlleva ciertos riesgos para la salud y puede originar lesiones en las encías. 

Desequilibrar el aparato masticatorio puede provocar, además de los mencionados problemas en el habla, dolores de mandíbula, oído y cabeza. 

La obsesión por la imagen en la que vivimos inmersos en la actualidad, desata a veces tendencias arriesgadas, entre ellas, la de provocarse un diastema. Debemos ser responsables con nuestra salud y priorizar ésta frente a una imagen artificial que puede dañarnos. Estética dental sí, pero con la salud por delante. 

Cuando tenemos un diastema desde la infancia, hay que analizar la estructura de toda la cavidad oral para valorar su posible cierre. 

Si el paciente desea mantenerlo, debe ser un especialista en ortodoncia quien ayude a tomar esta decisión, comprobando el estado de la mordida y cómo afecta la separación al resto de la boca. 

La recomendación será cuidar mucho de la higiene dental, pues es posible que se queden restos de alimentos y se genere placa bacteriana más fácilmente, sobre todo, con diastemas moderados o pequeños. 

En el Centro Odontológico ALAIA te asesoramos sobre el mejor tratamiento para corregir tu diastema.

Consúltanos sin compromiso. Somos expertos en estética dental.

El embarazo produce cambios hormonales en el cuerpo de la mujer que alteran el comportamiento normal del organismo. Por ese motivo, es necesario cuidar la salud bucodental más que nunca ya que, durante esta etapa, se experimentan cambios que afectan a la sensibilidad de las encías y aumentan el riesgo de infecciones e inflamaciones. 

La gingivitis es la condición clínica más frecuente. Según datos de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA), dos de cada tres embarazadas desarrollan la llamada gingivitis gestacional. La mitad de las gestantes con antecedentes de esta patología tiene más riesgo de sufrir un empeoramiento durante estos meses.

Generalmente, aparece entre el tercer y octavo mes de embarazo y suele desaparecer después del parto, aunque a veces se prolonga durante el período de lactancia. Está provocada por un acúmulo de placa bacteriana y los cambios vasculares y hormonales que acompañan al embarazo. Se caracteriza por una encía enrojecida, inflamada y sangrante.

Es importante saber que, si no es tratada correctamente, puede dar lugar a enfermedades severas en las encías y afectar no sólo a la madre, sino también al feto. El principal peligro es que, si deriva en una enfermedad periodontal, hay un riesgo tres veces mayor de sufrir un parto prematuro. Por ello, es imprescindible practicar una buena higiene oral y cuidar dientes y encías durante el embarazo.

En todo caso, para minimizar los riesgos de las enfermedades bucodentales, la prevención es clave.

Recomendamos lavarse los dientes tras cada ingesta, con un cepillo de cerdas suaves y utilizar hilo dental. Se deberá tener especial cuidado en la higiene en caso de vómitos ya que, si son frecuentes, pueden producir una desmineralización del esmalte, sobre todo, en las llamadas caras palatinas y linguales, es decir, las caras internas de los dientes. 

Recordamos también la importancia de la dieta y el hecho de ingerir alimentos ricos en vitamina C y A. Durante el embarazo, se suelen variar los hábitos alimentarios. Puede existir una mayor apetencia de productos azucarados e hidratos de carbono, lo cual puede potenciar la aparición de caries. Por eso, hay que tener fuerza de voluntad y control y potenciar la dieta mediterránea, con frutas y verduras como base diaria.

Por otro lado, aunque lo ideal es evitar someterse a tratamientos durante la gestación, el embarazo en sí no impide realizar ningún procedimiento bucodental si es absolutamente necesario, aunque siempre con la debida precaución. Si la patología detectada no es urgente, puede ser aplazada hasta después del parto.

Desde el Consejo General de Dentistas recomiendan visitar al odontólogo, al menos, una vez durante la gestación, para mantener tu boca sana y cuidar de tu bebé.

Si notas alguno de los síntomas de la gingivitis, no dudes en contactar con ALAIA. Te ayudaremos a controlar la patología y a evitar complicaciones asociadas. 

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